Esta es quizás una de mis canciones más amargas. De por sí la dictadura argentina llamada “el proceso” fue una sin razón como lo es cualquier intento de asumir el poder en un país sin el consentimiento de la mayoría de sus habitantes. Más aún cuando se interrumpe por medio de la violencia la democracia representada por unos gobernantes elegidos a través de las urnas. En algún otro lugar de estos escritos dije que el ejercito argentino fue creado para luchar contra los propios argentinos y pese a ser una dura y aparentemente ligera opinión la historia desafortunadamente no me contradice en absoluto. Como colofón a una actitud totalmente irregular de gobierno de de-facto, a estos “salvadores” de la Patria, no se les ocurre nada mejor que invadir las islas Malvinas, que si bien todos los que hemos nacido en Argentina defendemos el derecho irrenunciable a su soberanía la sola actitud invasora pone en entredicho ese derecho. Lo más grave de todo es que estos pseudos profesionales de las armas (vaya profesión por cierto) subestimaron la reacción bélica de uno de los países más poderosos del mundo como es Gran Bretaña, más allá de su historial de piraterías reconocido. Seguramente pensaron que por la lejanía la cosa iba a pasar desapercibida o al menos fácil, quizás porque en ese momento el gobierno británico estaba en manos de una mujer que supuestamente por serlo no reaccionaría, vaya Usted a saber. La cuestión es que invadieron y enviaron a una masacre a varios contingentes de jóvenes inexpertos y mal pertrechados para sobrevivir en aquella región austral tan hostil por sus características y sobre todo por las bajas temperaturas. Las consecuencias fueron tremendas y los responsables, juzgados y hallados culpables por aquella y otras conocidas tropelías, culpables de asesinato, rapto y desapariciones, andan sueltos por obra y gracia de actitudes políticas inaceptables aunque se hayan tomado en nombre de la convivencia y la democracia. Mi postura es que no quiero convivir con asesinos de semejante calaña y por otro lado una democracia condicionada a estas cosas no es democracia ni es nada. En “A Daniel...” he tratado de pintar un prototipo de los miles de muchachos que fueron enviados a la carnicería de Malvinas. La historia jamás absolverá a los culpables como yo por lo que me corresponde tampoco lo hago ahora. |
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