Estábamos actuando en Buenos Aires cuando el gran Mariano Mores, en mi opinión uno de los más grandes compositores populares de tangos que ha generado la Argentina, me invitó a colaborar con él en un proyecto. Se trataba de una obra basada en la Revolución francesa y debía ser estrenada en París durante las celebraciones del doscientos aniversario de aquel hito en la historia de la humanidad. Por supuesto acepté halagado, pues con Mariano Mores y sólo a modo de simple referencia habían colaborado nada menos que poetas de la talla de Enrique Santos Discépolo o Cátulo Castillo y ahora el maestro me pedía a mi la colaboración. “Te enviaré una maqueta del tema para que puedas trabajar a gusto. Así fue, a poco de llegar de regreso a Madrid recibí el material, hermoso por cierto y comencé a trabajar. No sé si fue el tener que ajustarme a un tema obligado o qué, pero no me salía nada, ni una estrofa que encendiera el ánimo para seguir. Después de intentarlo infinidad de veces (perdí hasta el sueño por aquel asunto)muchas noches me despertaba obsesionado con una posible idea y ya no volvía a dormirme tratando de hilvanar una posible frase con otra hasta conseguir aunque más no fuera una estrofa de la que arrancar). Finalmente reconocí que no podía hacerlo porque mi técnica de trabajo era justamente a la inversa. Escribir versos y luego musicalizarlos. Antes que nada y para corresponder a la confianza de Mores, decidí contárselo a él. Con una vergüenza que no recuerdo mayor en mi vida llamé al maestro y le expliqué mi problema. Mariano, generosísimo me disculpo y me pidió que entonces lo hiciéramos al revés, que escribiera algún poema para que él le pusiera música. Escribí entonces unos versos sobre un tema muy especial la “duda”, esa inquietud que todos sentimos alguna vez y que tanto influye en nuestro ánimo. Tenía el texto terminado encima del piano cuando llegó a casa Ricardo Miralles y se apasionó aquellas estrofas. Le expliqué de lo que se trataba y él insistió en que le dejara ponerle música. Como soy hombre fácil de convencer accedí comprometiéndome conmigo mismo de escribir de inmediato otros versos para Mariano Mores. Aprovechando su más reciente temporada en Madrid en el teatro Albeniz, muy exitosa por cierto, le entregué finalmente los versos prometidos. Ahora todo está en sus manos. Esta versión de “Duda” es la primera que hacemos con Ricardo y es un estreno en este trabajo. |
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