| Puede que haya sido en el año 72.Partía yo de buenos Aires hacia Madrid, cuando mi amigo Jorge me pidió consejo antes de embarcar sobre lo que yo pensaba que debía hacer de su vida. Durante muchos años, Mari y Jorge fueron novios y juntos, pensando en una futura vida matrimonial fueron organizando, trabajando cada uno por su lado su futura casa, y su futura vida económica. Mari y Jorge tendrían por aquel entonces sus bien entrados cuarenta y tantos años con un largo noviazgo a la antigüita en sus respectivas espaldas. De pronto y por circunstancias de la vida en la de Jorge se atraviesa una muchacha de diecinueve años que lo vuelve literalmente loco. Esta relación se tornó tortuosa, especialmente para mi amigo que evidentemente acarreaba un sentimiento de culpa terrible. Respondiendo a su pedido de consejo, durante el vuelo escribí estos versos y se los envié tan pronto aterrizamos en Madrid. El me contestó con una extensa y hermosa carta de la que extraje solamente lo que aquí figura. Finalmente a Jorge se le pasó el metejón y no sé si para bien o para mal las aguas volvieron a su cauce normal.
Buenos Aires, 10 de septiembre
Hermano Alberto:
No pude escribirte en el mismo momento de recibir tu carta y tu canción, El impacto fue demoledor.
Estábamos en un “impasse” de esos que tú bien conoces. Tu carta fue el pequeño incentivo para la reconciliación y de allí, al drama nuevamente. De cualquier manera, el acto queda. Quedará y permanece-rá hasta el último de mis días como uno de los hechos más bellos, más cálidos y de mayor color de mi grisácea vida. Te quiero siempre mucho y esto, dicho de hombre a hombre, a la manera de tus canciones, y te envio mi mejor abrazo y mi ternura, que por mucha que es, nunca alcanzará a cubrir la tuya,
Jorge |
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