Federico no está aquí, dice la huerta cerrada,
pregúnteselo al jazmín, que cayó de madrugada.
Federico se marchó, dice el polo del camino,
pregúnteselo al reloj, que sabe por dónde vino.
Federico no vendrá, dice el balcón somnoliento,
pregúnteselo al cristal, que sabe más que el silencio.
Federico se perdió, dice una teja encendida,
pregúnteselo al amor, que sabe más que la vida.
Federico tuvo sed, dice un cantero sin agua,
pregúnteselo a mis pies, que saben cómo lloraba.
Federico se escapó, dice un ciprés caviloso,
pregúnteselo al dolor, que sabe más que nosotros.
Yo le pregunto a María si Federico está en casa.
María me abre la puerta y Federico me abraza. |