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Alberto Cortez en el Círculo de Bellas Artes 
    Alberto Cortez en el Círculo de Bellas Artes
    Cuando Carlos Núñez actuó por primera vez con Mike Oldfield, se encontró con un problema que le que le amargó toda su actuación. Era un problema gravísimo. Un problema que sólo podemos entender los que hemos nacido y nos hemos criado en un pequeño pueblo, y para nosotros el mundo se reduce a ese pueblo porque, como decía un poeta, todo el aroma del mundo cabe en el aroma de una manzana. Era un problema insuperable. Carlos Núñez estaba atenazado por una pregunta sin respuesta. Miraba a Mike, y no paraba de preguntarse mientras hacía sonar su flauta: ¿”Y esto, cómo lo cuento yo en mi pueblo?”.
    Eso me pasa esta noche, Alberto. Puedo presumir de hablar ante ti, y en este lugar, y por ti pedido; pero ¿cómo lo cuenta en mi pueblo sin caer en el pecado de la arrogancia? Mira, Alberto: para empezar, yo no sé cómo llamarte. Llamarte cantante sería como llamar riachuelo al Amazonas. ¿Cantautor? Puede ser, pero se me sigue quedando infinitamente corto. ¿Y poeta? Me da miedo, pues con esa palabra me ocurre como al amor en la canción de Rocío: que se me rompe, se me ha roto, temo que se rompa, de tanta usarla.
    Y es que eres simplemente, grandemente, indefiniblemente, ¡Alberto Cortez!. Un paisaje de mi vida. Un fondo musical de mi medio siglo. La voz que me gusta oír. La voz que me gustaría tener. La música que sabes y logras componer. La magia que desprendes, Alberto, agarrado a tu guitarra u obligando a improvisar al maestro Miralles.
    ¡Alberto Cortez! ¿Para qué decir más? ¿Quién de los aquí presentes no ha amado alguna vez con sus discos? Decidme: ¿quién no robó un beso a la sombra de un bolero de Cortez? ¿Quién no sonrió con sus cortezías y sus cabralidades? ¿Quién no sintió ganas de sacar un pañuelo para despedir con Alberto a los tres grandes Pablos que se fueron en un año?
    Perdonadme, pero la música, mi música, es este hombre. Que le prestó voz a Atahualpa. Que le dio ritmo y sonido a los versos de Machado y de Quevedo. Que nos hizo soñar castillos en el aire, que nos zarandeó como la marea. Que se ha querido presentar como charlatán de feria, pero supo musicar a Lope de Vega y al Marqués de Santillana. Y que lleva sus recuerdos, no sé si en un zurrón de peregrino, no sé si en su nostalgia de emigrante, y va gritando su distancia, y va llevando su equipaje de pensares y sentires.
    Tierno, melancólico, irónico Alberto Cortez: has sembrado España y el mundo de pensares y sentires de tu rincón del alma. Has conseguido hacer un himno de la amistad con tu “Cuando un amigo se va”. Has logrado que fuera un grito tus palmeras. Nos has emocionado a los que hemos tenido un abuelo como tú: que amaba y recordaba aquel trozo de tierra y conocía las estrellas. Y déjame decir en público que he peregrinado al pueblo de ese abuelo, a Punxín, a ver cómo te hacían hijo predilecto y te ponían una calle y te saludaban las gentes y recordaban la casa de ese abuelo. Lo digo, porque por encima de esos premios que se recuerdan en tu biografía; por encima de los discos de oro y de platino que conservas en casa; por encima de ese cargo de profesor universitario que acabo de descubrir, eres nuestro patrimonio, Alberto.
    Por eso se me encogió el alma aquella mañana que la radio me despertó con un sobresalto: “Han ingresado a Alberto Cortez”, y pensé en Renata. Por eso volví a creer en la vida y en la justicia de la vida cuando te he visto reaparecer en Barajas, y me alegré con Renata. Y ahora, cumples cuarenta años sobre los escenarios. Cuarenta años y cientos de canciones y cortezías. Y lo vas a celebrar, Alberto, por los teatros y los auditorios de España. El escribidor no puede hacer otra cosa que preparar su corazón para nuevas emociones y sus manos para aplaudir. Yo me sentaré con mis nostalgias en cualquier localidad de cualquier teatro a volver a soñar con palmeras y castillos en el aire. Y hoy, que es como la botadura de un barco grande que se llama Alberto Cortez, 40 años de cortezías, el escribidor saca de un rincón del alma su colección de sentires para decirte: gracias, Alberto Cortez. Gracias. Gracias por la música que nos ha regalado. Gracias por la poesía que has puesto a la vida. Gracias por intentarlo otra vez.


    Fernando Ónega
    Presentación Gira "40 años de cortezías"
    Febrero 2000

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