ALBERTO CORTEZ EN EL CICLO ´MUSICAS DEL ALMA ´ DE SAN JAVIER ( MURCIA)
Luego de ofrecer un recital el 15 de febrero en Miranda de Ebro, Burgos, Alberto Cortez asistió el domingo 17 al homenaje que el mundo del fútbol le rindió a Alfredo Di Stéfano en la ciudad deportiva del Real Madrid. Según el artículo de El Universal, entre los representantes del mundo de la política, el deporte y el espectáculo “no faltó casi nadie. Estuvieron el tenor español Plácido Domingo y el cantante argentino Alberto Cortez, dos invitados que le hicieron especial ilusión”.
Y el sábado 23, continuando con su agenda de febrero, el cantautor participó del ciclo “Músicas del alma” en la Carpa del Parque Almansa de San Javier, ocho años después de haber formado parte de la primera edición.
En el espacio “Crítica de música” del diario murciano La verdad, Alexia Salas le asignó al concierto la calificación de “Excelente”, para dedicarle a continuación y bajo el título “Con el alma ocupada de nostalgia” fragmentos como:
“Alberto Cortez es una de las mejores cosas que le han pasado a la cantautoría en toda su historia, y a Músicas del Alma. Uno de los nobles del género, de los que gozan de parroquia fiel. Y allí estaban en San Javier sus seguidores, coreando las letras bandera de su carrera y haciendo cola al final del concierto para que el cantante y compositor argentino les firmara su disco ‘Identidad’, el último de sus cuarenta y dos grabaciones, que cimientan una de las trayectorias más sólidas de la música de habla hispana.
El seductor de La Pampa, con 40 años de España a sus espaldas, como solía decir, a punto de cumplir los 68 años y con secuelas de un accidente cardiovascular, sacó al escenario de San Javier toda la calidad de su voz, vibrante y profunda, experimentada y potente, que el artista sabe administrar a la perfección ahora que cuesta más llegar a los altos. Nostálgico como nunca, o más que nunca, el argentino dedicó su concierto a la melancolía por la juventud perdida, por la tierra, por la poesía. (…)
El brillo de su voz sigue ahí. De hecho terminó reivindicándose en la despedida, cantando sin micrófono y a capela en un alarde de potencia. Pero lo que es mejor, sigue ahí esa especial manera de decir, su elocuencia argentina, su cautivadora entonación. (…)
Sus creaciones más hermosas, como la herida ‘Distancia’, “un corazón sin distancia quisiera para volver a mi pueblo”, dedicado a La Pampa; o el alegato de vividor irredento que hace en ‘La vida’, “creer que entre mis manos pueda yo tener, en una forma breve de mujer, la vida”. Poco partidario de usar los escenarios para discursos políticos, sí se rebela contra el poder abusivo: “la libertad enmascarada de solemnidad con que el poder pretende controlar la vida”. Denuncia el absurdo paso del hombre por el mundo en ‘Como de costumbre’, y la irracionalidad en ‘Los inmortales’: “de tantos cándidos inmortales están poblados los cementerios y saturados los hospitales”; el egoísmo en ‘Los demás’: “donde estemos nosotros que se jodan los demás”; y la dictadura chilena en la carta a Pablo Neruda, “en un mundo de ciegos se sospecha de quien estrena sus ojos”. (…)
Y al amor, la base retórica de sus duendes, lo invocó con ‘En un rincón del alma’ “donde tengo la pena que me dejó tu adiós”, y con un tema de Facundo Cabral, ‘No soy de aquí’, que cantó con un coro de las mil voces que sonaron bajo la carpa. En una mirada al retrovisor, desempolvó ‘Las palmeras’, una pieza de Gilberto Rojas que ha hecho eterno a Cortez. Y se despidió con su voz desnuda y otra de sus canciones inmortales, ‘Cuando un amigo se va’.
Dejó desafíos en el aire, como “a ti, que tienes fe en este mundo a pesar de sus errores…”, con las que, ¡uf!, se hace difícil seguir al poeta”.
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