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DON JOSE FUENTES MARES
    DON JOSE FUENTES MARES

    Un buen y venturoso día llegó a mis manos un libro titulado “La Nueva Guía de los Descarriados”, me llamó mucho la atención el título pues yo tenía noticias de la guía de los descarriados de Luis de Góngora y Argote, me apasionaba su cinismo y sus argucias para ridiculizar a sus contemporáneos con un sentido de humor ácido, entre otros a Lope de Vega, al clero de su tiempo incluso contra otro cínico mayor como era don Francisco de Quevedo y Villegas.. El libro de Don José Fuentes Mares llegó con otro concepto de los descarriados derivando el término a los “ bon vivants “, es decir a los amantes de la buena vida y muy especialmente la gastronómica. Amaba Madrid como si fuera su ciudad de origen y conocía a fondo los mejores restaurantes y sitios de bien estar. En “Horches” que era entre todos su preferidos. “Horches” es un tradicional restaurante de alta cocina con recomendación de cinco tenedores en todas las guías y donde tenía siempre su mesa reservada, incluso por sus amplios conocimiento culinarios enseñó a los cocineros de tan selecta casa a preparar un plato especial a base de bogavante que desde entonces figura en la carta menú como una de sus especialidades más festejada.
    Según mi esposa nos conocimos precisamente en aquel restaurante. Desde el principio hubo buena energía tanto entre mi esposa Renata y Doña Emma y por supuesto entre Pepe y yo. Era un erudito en tantas cosas que nuestras charlas se extendían hasta casi el cierre del restaurante de turno donde nos citábamos para cenar. Le apasionaba como a mi la historia de México en todas sus épocas. Defendía con argumentos contundentes la figura de Hernán Cortés. Aseguraba con euforia que Cortés era una de las más grandes figuras de la humanidad y lamentaba amargamente el habitual vituperio del pueblo mexicano hacía el conquistador. Afirmaba que para ser conquistador hay que ser mejor que los conquistados. En su libro de Hernán Cortés a López Portillo describe esa defensa con el humor del que hizo gala en toda su bibliografía. En uno de nuestros muchos encuentros en Madrid una noche aceptaron él y Emma venir a cenar a nuestra casa. Mi esposa es una excelente cocinera, creativa como buena pintora que es y con una exquisita educación adquirida desde su infancia en su Bélgica natal y miembro de una familia habituada a degustar del buen hacer de las cosas. Aquella noche Renata utilizó complacida sus mejores conocimientos culinarios y nos ofreció una cena de antología. Yo me encargué de los vinos y de nuestra bodega salieron los mejores caldos, de aquel rincón reservado a las joyas. Tan contentos quedaron los Fuentes Mares que Pepe generosamente nos sorprendió con una mención especial en la última edición de su ya mencionado “Libro de los Descarriados”. Que Pepe nos considerara descarriados ya aquello era un gran honor para nosotros.
    En Chihuahua asistía a todos mis conciertos en el maravilloso Teatro de los
    Héroes, norma que siguió en su nombre la entrañable Doña Emma hace
    bastante tiempo después del infortunado deceso de Pepe, como así sus
    hijos. Cuando más arriba digo que era un erudito de la historia de México, lo
    era en todos los sentidos, desde la crítica más profunda hasta la confirmación
    de una vocación particularmente revolucionaria unida a un profundo amor por
    su tierra y por su patria. Mentiría si afirmara que he leído toda su extensa obra, porque no lo hice en la medida que un escritor de su categoría merece. Errores de información quizás provocado por el acercamiento amistoso a su persona en nuestras ya mencionadas largas charlas. En una ocasión en Chihuahua me invito a degustar una paella según su concepción de ese plato. Casi caigo de
    espaldas cuando presentó el vino de compañía, un Vega Sicilia reserva
    especial, probablemente uno de los vinos más importantes del mundo. Jamás
    sospeché que en un lugar tan lejano iba a tener el honor y el gusto de disfrutar tan maravillosa sorpresa. He amado a José Fuentes Mares en el más viril de los sentidos, como sigo amando su recuerdo.



    Alberto Cortez
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