Cancún
Monarca de la luz, el mar Caribe
se despliega sensual sobre la arena,
con su corte de azules me recibe
para hablar en audiencia de mi pena.
“No vale tu tristeza, me reclama,
ante mi voluptuosa exuberancia”.
Es que, verá majestad, cuando uno ama
no puede soportar tanta abundancia
a solas con el cuerpo y con el alma
mientras el corazón en la distancia
en un mar de ojos verdes se derrama.
Estoy aquí por otra circunstancia,
pero no estoy aquí, y ese es el drama.
Suplico, majestad, su tolerancia.
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