En la Bahía del Duque - Tenerife
A la atlántica luna le requiero
una brizna de luz en mis pensares
para dejar señal de mis andares
por esta tierra astral a la que espero
dejar el corazón en mis estares
y por querer reafirmo que lo quiero.
La bahía del duque, señorío
angular de una estirpe que pervive
en la isleña nobleza que recibe
al hombre, fugitivo del hastío.
Lo conoce muy bien quien esto escribe
por ser un andador a su albedrío.
Renata, maga entera de mis ganas,
un conejo sacó de la chistera
y logró que el conejo se volviera
escapada total. Una mañana
la tierra de la eterna primavera
abrió a nuestros asombro sus ventanas.
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