Relatos

MENU

 

Página principal

Biografía

Discografía

Letras

Galería gráfica

Material

Contactar

Management

Actuaciones

Enlaces

Noticias

Poemas

Relatos

Comentarios de
Alberto Cortez


Comentarios sobre
Alberto Cortez


Libro de visitas

 

·

´UN COSQUIN LLUVIOSO´ por Eduardo Zatarain
    Una presentación de Alberto Cortez ha sido y es un acontecimiento imperdible para mí, y es siempre la emoción renovada de ser testigo de un momento irrepetible. Al salir del teatro y después de pedirle que no se vaya, uno ya piensa cuándo será la próxima cita.
    Siempre una presentación suya es especial, pero hay un puñado de ellas que marcaron recuerdos imborrables en mi memoria, como aquella del verano de 1979 en la ciudad de Cosquín, Provincia de Córdoba en Argentina.
    Estaba de vacaciones con mi familia en Carlos Paz, a pocos kilómetros, y al enterarme por unos afiches de la presentación de Alberto nos apuramos a sacar las entradas. El recital era en la plaza Próspero Molina, sede habitual del famoso Festival, aunque esa noche Alberto se presentaba en exclusiva.
    Durante gran parte de aquel día la lluvia era una amenaza preocupante, ya que había que hacer varios kilómetros por caminos de montaña y el cielo parecía desplomarse en cualquier momento. De todos modos un par de horas antes del comienzo ya estábamos en el sitio del recital, que por cierto era al aire libre. Sólo el escenario estaba cubierto. Como no podía ser de otra manera la lluvia se desató de manera contundente, y a pesar del diluvio que caía entre los asientos de piedra de la platea, la inmensa mayoría de la gente, tapándose con lo que fuera posible, permaneció en sus lugares durante todo el concierto.
    A mi cuñado y a mí hacía rato que se nos había dado vuelta el paraguas por el viento y allí estábamos, extasiados y empapados viviendo aquello.
    Promediando su presentación Alberto pidió un poncho, se lo colocó y salió de la parte techada del escenario a cantar bajo la intensísima lluvia, ante el nerviosismo de quienes lo acompañaban en la organización, que imagino temían por el riesgo que implicaba un micrófono en la mano bajo aquel manto de agua. Los aplausos, aún en medio de la canción, marcaron sin duda el reconocimiento de quienes allí estábamos ante el gesto del artista. Después de un rato el hombre, empapado también, volvió al reparo y siguió cantando mojado, como todos los que estábamos viéndolo.
    Mientras volvíamos a Carlos Paz por esos caminos de montaña, con la lluvia que no aflojaba, con los vidrios empañados y casi toda la ropa “secándose” en el asiento trasero, ya nos preguntábamos cuándo sería la próxima cita, que por cierto fue en la comodidad de un teatro.



Volver