´DE AYER A HOY´ por Marta Ecco
Allá por la década del 60, un puñado de aquel Buenos Aires tantas veces indiferente a lo auténticamente argentino y abierto de piernas ante cualquier expresión foránea, íbamos a apoyar al Maestro, como le llamamos desde tiempo inmemorial. Estábamos seguros de que el Profeta, algún día, lo sería también en su tierra…
Éramos un pequeño grupo de músicos, cantantes y periodistas, periodistas de aquellos años en que el periodismo era en serio. Mis amigos eran gente bien intencionada y de buen gusto, furiosos ellos y yo al saber que ya México, España y Latinoamérica lo habían consagrado, y Buenos Aires se le seguía resistiendo.
También por aquellos años nos resistían a los que queríamos cantar nuestra música ciudadana, en especial el tango, y en mi repertorio de aquella década tuvieron que primar los temas de moda en Europa, Brasil, y en algunos casos los clásicos populares de Estados Unidos. Al conocer la Obra de Alberto, me desquitaba incluyendo sus temas, entre ellos su sátira “Los Americanos”. La canté en Canal 13, en Casino Phillips, Noches de IKA y otros musicales, y en Canal 9, 7, 11... como a muchas otras de las canciones de Alberto, hasta aquella que dicen fue la primera que compuso siendo aún adolescente: “Un cigarrillo, la lluvia y tú”. Del 50 al 55 aproximadamente, había hecho varios programas de tango en radio y televisión venezolanas, con el nombre de Crucita España. Ya como Marta Ecco debuté en Santiago de Chile en el 56, y luego en Canal 7, y el Tabarís de Buenos Aires en el 58. Luego hice cine, teatro, televisión, radio, siempre por el Cono Sur.
Resido desde hace casi treinta años en Estados Unidos. Me he tenido que consolar con sus discos, y he ido a verlo al Carnegie Hall de Nueva York, solo o con Facundo Cabral.
La inteligente esposa de Alberto me ha bancado amablemente que en mi euforia y emoción casi cholulesca, le confesara abiertamente mi platónico amor de casi medio siglo por el Chiquito pampeano... ¿Qué mujer, sensible a la poesía y a la buena música, podría no haberse enamorado de aquel talento, guapísimo por añadidura?
Fui alejándome de mi primera profesión en el Espectáculo, y a partir de allí canté solamente cuando alguna de nuestras comunidades me lo solicitó para celebrar las Fiestas Patrias o nuestros festivales. La última vez que pude cruzar algunas palabras con Alberto, en Nueva York, fue inmediatamente antes de su operación en Argentina, cuando tantos en el mundo entero nos pusimos a rogar por él al Altísimo...
Después, su regreso a Miami el año pasado, donde ahora resido, coincidió con un viaje mío a Nueva York. Me hubiera encantado volver a encontrarlo, casi completamente repuesto, y recordarle tiempos idos y decirle que aún tardaremos mucho en dedicarle su hermoso poema, “Cuando un amigo se va”… Demostrarle una vez más todo mi Afecto y Admiración a quien nos ha regalado páginas bellísimas, que han de perdurar por décadas en las voces que gusten de cantar a la belleza del Amor y la Amistad.
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